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The Reverse of Landscape

 

Catalina De la Cruz

The Center for Book Arts

New York / USA

2019

 

 

 

 

He desarrollado mi obra desde lo fotográfico, especializándome en fotografía química del s.XIX, fotografía digital, su desplazamiento al soporte videográfico de gran escala y creando el formato de libro fotoquímico como obra secuencial. Desde estos diferentes dispositivos, exploro la discursividad de la fotografía en tanto imagen de lo real trabajando en un campo expandido, abordando problemáticas sobre el territorio y su intervención – ocupación. La noción de inmersividad en la obra ha sido el eje, por medio de la escala y el relato.

 

 

I have developed my work from the photographic, specializing in chemical photography from the 19th century, digital photography, its displacement to large-scale videographic support and creating the photochemical book format as sequential work. From these different devices, I explore the discursivity of photography as an image of the real working in an expanded field, addressing issues about the territory and its intervention - occupation. The notion of immersiveness in the work has been the axis, through the scale and the story.

 

 

DESERT BOOKS

6 photochemical artist books

The Center for Book Arts

New York

2019

 

 

SILENCE / SILENCIO

​​

50 photochemical images

The Center for Book Arts

Nueva York

2019

 

 

“The Reverse of the Landscape de Catalina De la Cruz”

 

 

Megumi Andrade Kobayashi

 

Del 18 de julio al 21 de septiembre se puede visitar en The Center for Book Arts, New York, la exposición The Reverse of the Landscape de Catalina De la Cruz. La muestra está compuesta por seis libros de artista y cincuenta fotografías realizados en goma bicromatada, técnica fotoquímica del siglo XIX que incorpora pigmentos en su solución fotosensible.

 

 ***

 

Recolecta un conjunto de letras con las que, eventualmente, construye una frase. Forma frases que dan lugar a relatos. Escribe, a su manera, el reverso de un posible paisaje americano.  

En lugar de letras, las unidades mínimas con las que trabaja Catalina De la Cruz pertenecen a un archivo fotográfico en expansión, una colección intuitiva en la cual no importa «el encuadre, ni el color, ni lo correcto de la imagen». Materia prima imperfecta, punto de partida de una sintaxis en la cual el descontrol y el azar –propios de la resistencia que ofrece la técnica fotoquímica– llega a ser tan protagónico como el resultado de las decisiones deliberadas.

En esta escritura tampoco hay palabras; la inscripción se realiza por medio de la materia fotográfica de la luz y del soporte fotosensible. Y en lugar de un argumento –entendido tradicionalmente como «destino»— se   privilegia la experiencia sensorial, movilizada a partir del diálogo entre territorios descampados, desérticos, aparentemente deshabitados, y diversas modulaciones de lo ausente.

 

Los seis libros fotoquímicos de artista que forman parte de la muestra constituyen posibles aproximaciones a desiertos de Chile y Perú. En el catálogo leemos: «no existe el paisaje como una postal descriptiva e inmóvil, sino más bien se construye a partir de diferentes imágenes fragmentadas». En esta serie, que lleva por título LIBROS DESIERTOS, la ausencia se materializa, a nivel formal, a partir del procedimiento de la sustracción. Nos encontramos, en primer lugar, con páginas caladas cuyos huecos generan una continuidad fracturada al recorrer el libro [LINEAL]. También con imágenes de paisajes a las que literalmente se les ha retirado un trozo, dejando como huella no la ausencia total del soporte sino un hueco blanco, su negativo [FUGA]. Finalmente, páginas cuyos bordes generan un corte delantero irregular, como si la guillotina hubiera sido torpe al calcular las distancias [CRUCE]. El fenómeno de la ausencia se expresa, también, a partir de un procedimiento inverso pero complementario: la fragmentación del paisaje ocurre en diálogo con el silencio de la página. Como el blanco de Mallarmé, se trata de un blanco estructural, constitutivo que, en este caso, acompaña impresiones móviles de territorios cuyo referente se ha perdido. Ante este retiro –consecuencia de una imagen borrosa, demasiado esquiva– la mirada se aguza. Nuestra atención se fija en objetos o estructuras que interrumpen el horizonte; rejas, senderos, postes. En el documental que acompaña la exposición, Catalina afirma: «En mi trabajo la fotografía está muy vinculada al entorno, a los territorios, a los espacios por los que transito. Usualmente son espacios que están en un choque entre lo humano y lo natural, o una huella que rompe el régimen natural de un lugar».

 

Cinco repisas flotantes sostienen, cada una, un libro abierto. Cada libro genera una narración, recorridos espacio-temporales de imágenes encadenadas, que han sido pensadas para articularse entre sí. La propuesta de la artista consiste en que la interacción del lector/espectador, que propone su propio ritmo y direccionalidad, dé pie a una experiencia de carácter inmersiva. Sobre los cinco libros, treinta y dos fotografías ocupan la parte superior de la pared. Ordenadas verticalmente en grupos de dos o de a tres, solo una –la primera de izquierda a derecha– permanece sola. Frente a este conjunto, otras doce se ubican en la pared opuesta en una cuadrícula de tres por cuatro. Según Catalina, esta serie, titulada SILENCIO, «se conforma a partir de tomas fotográficas realizadas en diferentes lugares, ciudades y países de América, donde he experimentado un momento de quietud y observación». En términos de montaje, las fotografías se encuentran levemente despegadas de la pared. Este distanciamiento genera la aparición de sombras –la sombra de la imagen– , y con esto se destaca la presencia del gran protagonista de la muestra; la luz. Un efecto similar, pero más complejo en términos de capas y proyecciones, se produce con las sombras de las repisas flotantes y, especialmente, a propósito de LINEAL, un libro en formato leporello que se encuentra desplegado sobre una especie de altar que cruza el espacio de la galería de un extremo a otro. En este caso, las sombras se disparan en múltiples direcciones: hacia la pared más cercana, en la superficie que lo sostiene y aloja, y a lo largo de sus páginas. Debido a que varias de ellas contienen calados horizontales que enfatizan la continuidad del paisaje (pero también su fractura), el juego de luces y sombras de pronto adquiere densidad. En LINEAL el reverso del paisaje se vuelve literal; mientras una cara del acordeón contiene un espacio desértico que se expande y desarrolla horizontalmente, el otro permanece libre de inscripción. Un reverso sin marcas duraderas pero no por eso menos importantes; al contrario, su blancura oficia de fondo perfecto para la tensión entre luces y sombras, una grafía literalmente hecha de luz. Se trata, eso sí, de una escritura provisional y siempre cambiante, en movimiento, sujeta a las condiciones lumínicas y espaciales en que se exhiba el libro. LINEAL hubiera fascinado a un desconfiado del lenguaje como Henri Michaux, quien en Frente a los cerrojos (1954) afirma: «Signos / no de techo, de túnica o de palacio / no de archivos y de diccionario del saber / pero de torsión, de violencia, de atropello / pero de apetencia cinética».

 

Las fotografías de SILENCIO se curvan levemente hacia delante o hacia atrás, generando con esto un efecto orgánico que se vincula con el descontrol de una materia que –según la artista– conserva cierta autonomía. «La fotografía química tiene una versatilidad que me permite manipularla, estirarla. Hay una serie de resistencias por las que vas pasando para ir guiando esa imagen a donde tú quieres que termine, pero el material va haciendo su trabajo».  Esta condición de desplazamiento, de movilidad, se acentúa si pensamos esta serie en relación al Atlas Mnemosyne de Aby Warburg. Como los paneles del historiador del arte, los de Catalina De la Cruz son una cartografía abierta de límites difusos, redes de relaciones que, de manera siempre provisoria, reflexionan acerca de la imagen. Como llegó a afirmar el propio Warburg: «Se trata de una máquina para pensar las imágenes, un artefacto diseñado para hacer saltar correspondencias, para evocar analogías». En lugar de pinturas renacentistas, fotografías de frisos medievales, esculturas griegas o coreografías de danza moderna, los registros de SILENCIO privilegian lo anodino, lo insignificante. La huella de un zapato, un conjunto de pinos, escombros de concreto, senderos de tierra, planos, torres de alta tensión, una casa hechiza sobre un risco. Elementos mínimos que, en algunos casos, dan un paso más allá hasta asomarse a la abstracción. ¿Baldosas viejas? ¿Una planta seca aplastada por la arena? ¿La sombra de alguien que pasa? ¿Un cable de fierro sobre la nieve? ¿La nieve? Así, por momentos, la pregunta se instala en la mirada; en lo que la hace posible pero también en lo que la fractura. Junto con el reverso vacío de LINEAL, estas fotografías expanden la escritura de Catalina De la Cruz hacia el reverso no solo del paisaje, sino que de la imagen, de la mirada, del mirar.

 

 

Latidos. Procesos creativos de seis fotógrafas chilena (2019), realizado por el colectivo Rectángulo en el ojo. En línea: http://www.latidos.colectivorectangulo.cl/

 “The Reverse of Landscape by Catalina De la Cruz”

Megumi Andrade Kobayashi

 

From July 18 to September 21, The Reverse of Landscape exhibition by Catalina De la Cruz can be visited at The Center for Book Arts in New York. The exhibit consists in six artist's books and fifty photographs produced in Gum Bichromat, a photochemical technique that dates from the 19th century which incorporates pigments in its photosensitive solution.

 

***

 

The artist gathers a set of letters, eventually giving rise to a sentence. She assembles sentences that give rise to stories. In her own unique way, she writes the reverse of a possible American landscape.

As opposed to letters, the minimum units that Catalina De la Cruz uses in her works belong to an expanding photographic archive, an intuitive collection where «the framing, the color, or the correctness of the image» does not matter. Imperfect raw material, the starting point of a syntax in which the lack of control and chance -particular attributes of the resistance offered by the photochemical technique- become protagonists as a result of deliberate decisions.

This writing does not have words either; the inscriptions are made by the photographic material of the light and the photosensitive support. And instead of a plot -traditionally understood as the «destiny»- the sensory experience is privileged; activated from the dialogue among the desert, barren, apparently uninhabited territories, and many other modulations of absences.

The six photochemical artist books pertaining to the exhibition, constitute possible approaches to deserts in Chile and Peru. We can read in the catalog that «the landscape does not exist as a descriptive and motionless postcard; it is rather constructed from different fragmented images». In the DESERT BOOKS series, absence materializes at a formal level, originating from a procedure of subtraction. We first find pages with fretwork whose gaps generate a fractured continuity when leafing through the book [LINEAR]. Also with images of landscapes that have literally a piece removed, leaving not the total absence of the support but a white hole, its negative [FUGUE]. Finally, pages whose edges generate an irregular front cut, as if the trimmer had miscalculated the distances [CROSSING]. The phenomenon of absence is also expressed from an inverse but complementary procedure: the fragmentation of the landscape occurs in dialogue with the silence of the page. Like Mallarmé's target, it is a structural and constitutive target that in this case, accompanies mobile impressions of territories whose reference have been lost. In light of this retreat -consequence of a blurred image, far too elusive- the eye sharpens. Our attention is drawn to objects or structures that disrupt the horizon such as fences, trails, poles. In the exhibition's documentary, Catalina affirms: «In my work, photography is closely connected to the environment, to the territories, to the spaces through which I travel. They are usually spaces that are in a clash between what is human and what is natural, or a footprint that disrupts the natural regimen of a place».

 

Five floating shelves, each one holds an open book. Each book generates a narrative, space-time courses of connected images that have been designed so they articulate among each other. The artist's proposal is for the interaction of the reader/spectator, who proposes its own rhythm and directionality, to give rise to an immersive experience. Atop the five books, thirty-two photographs occupy the uppermost part of the wall. Sorted vertically in groups of two or in some cases three, only one remains alone; the first one from left to right. Across this set, another twelve are located on the opposite wall in a three-by-four grid. According to Catalina, this series, titled SILENCE, «arises from photographic shots taken in different places, cities, and countries of America, where I have experienced a moment of stillness and observation.» In terms of installation, the photographs are slightly detached from the wall. This distancing gives off shadows -the shadow of the image- and this highlights the presence of the greatest protagonist of the show: the light. A similar effect, but more complex in terms of layering and projections, occurs with the shadows of the floating shelves and especially, with regard to LINEAR, a book in a Leporello format that is displayed on a sort of altar that runs from one extreme of the gallery to another. In this case, the shadows are projected in multiple directions: towards the nearest wall, over the surface that holds and houses it, and through its pages. Given several of them contain horizontal fretwork that emphasizes the continuity of the landscape (but also its fracture) the play of light and shadow suddenly acquires density. In LINEAR the reverse of landscape becomes literal. While one face of the accordion contains a desert space that expands and develops horizontally, the other remains free of any inscription. A reverse without lasting marks but no less important. On the contrary, its white background is the perfect background for the tension between lights and shadows, a script literally made out of light. It is, however, a provisional and ever changing writing; it is in motion, subject to the conditions of light and space in which the book is displayed. LINE would have fascinated Henri Michaux, so distrustful of language, who in his 1954 Facing the Locks, states: «Signs/not of ceiling, of tunics or of palace/not of archives and of dictionary of knowledge/but of torsion, of violence, of running over/but of kinetic appetite».

 

The photographs of the SILENCE series are slightly curved forward or backward, thus generating an organic effect connected to the lack of control of a material, which according to the artist retains some autonomy. «Chemical photography has a versatility that allows me to manipulate it, stretch it. You tackle a number of resistances to guide the image where you want it to end, but the material does its job». This condition of movement, mobility, is accentuated if we think of this series in relation to Aby Warburg's Mnemosyne Atlas. As in art historian's panels, Catalina De la Cruz's are an open cartography of diffuse limits, networks of relationships that always provisionally, reflect about the image. As Warburg himself affirmed: «It is an images thinking machine, an artifact designed to blow up correspondences, to evoke analogies.» Instead of Renaissance paintings, photographs of medieval friezes, Greek sculptures, or modern dance choreographies, the files of SILENCE, privilege the nondescript, the insignificant; a footprint, a set of pine trees, concrete debris, dirt paths, planes, high voltage towers, a makeshift home on a cliff. Minimal elements that in some cases, go a step further nearing abstraction. Old tiles? A dry plant crushed by sand? The shadow of a passerby? An iron cable on the snow? Snow? Thus, at times, the question is placed for our gaze; which is what makes it possible but also, what fractures it. Along with LINE'S empty reverse, these photographs expand Catalina De la Cruz's writing not only towards the reverse of the landscape, but to the reverse of the image, the look, the gazing.

 

 

 

Latidos. Procesos creativos de seis fotógrafas chilena (2019) (Pulsations. Creative processes of six Chilean photographers (2019)) by colectivo Rectángulo en el ojo (Collective Rectangle in the Eye). Online: http://www.latidos.colectivorectangulo.cl/

 

 

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