Catalina De la Cruz

Caminar desde San Telmo a Palermo, cámara en mano. 
Horas caminando

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Lavalle pasa de ser zona judicial y de notarías  a la locura de las telas, los chiches, plásticos.
Pasando Ecuador se calma. Voy pensando en los bordes. Primero se me aparecen la veredas sucias. Me acuerdo de Nueva York. Una tienda al lado de la otra, sin conexión tematica, estilistica, cromátic. Cada quién con su estéftica. Cruzadas por terrenos vacíos, como las zonas de estacionamientos.

Las veredas rotas, disparejas. Los muros sucios, cargados de carteles, avisos, rayados, grietas. Entre medio alguno que otro espacio conquistado, domesticado.

Los muros y el dilema si son públicos o privados. Siguen siendo terreno de nadie.

Ver no lugar, y todos los lugares a la vez.

Las cunetas asquerosas, como ese límite también residual donde se acumula la basura de la vereda ( que cae o hacen caer) y de la calle. Definitivamente zona nada.

La interseccion del muro y la veredaes lo mismo. Acá en Buenos Aireses donde salen los tubos de pvc del cemento de la vereda para conducir los cables electricos a los edificios. Tubos negros que salen de la vereda y dejan por un tramo corto los cables a la vista.

Los recovecos de los muros, que entran y salen en vertical en relacion a la vereda es otra cosa. La máxima acumulacion de suciedad, y el baño publico, y los descalces, como si nadie se preocupara de ese punto. Como si no se viera. Pareciera no importar.
Es muy neoyorkina esta ciudad. Todo está en constante destrucción y contrucción.

Supongo que en todos los bordes de una ciudad se va juntando lo descartado, lo sucio. Porque en una ciudad hay bordes de concreto.
En el paisaje natural son otros. No estos bordes. Hay orillas, acantilados, cortes de tierra.
En los caminos hay bermas, o las no bermas.